LA MATANCERA Y SUS LIBROS
- Carlos Serna, Marco T. Barros. La Sonora Matancera. Ediciones Fuentes. Medellín, 1990.
Por: CESAR PAGANO Especial para EL TIEMPO
17 de septiembre de 1997
Este libro tiene el mérito de ser pionero en Colombia sobre el tema. Se ideó con las mejores intenciones de llenar un vacío, pero revela el problema inicial, que uno de sus autores Carlos F. Serna, periodista de El Colombiano y especialista en música antigua no conoce en profundidad la música cubana y tampoco la del conjunto isleño en su larga y admirable carrera. Su aporte radica en ubicación cronológica, episodios y un archivo de fotos.
Marco T. Barrios Ariza periodista costeño de sabor y añejamiento tuvo mayores elementos sobre la música que interpretó la Sonora Matancera, lo que le permitió sustentar crónicas y modelar buenas semblanzas de los mejores artistas que visitaron la Costa Atlántica colombiana.
Un lastre con el que cargó esta publicación lo constituyó la publicidad discriminatoria de la casa disquera patrocinadora, que solo permitió destacar a los artistas y sellos que ella representaba. Fue así como exaltó todo lo grabado con el sello Seeco, mientras omitió toda información sobre la marca Panart, en la cual también grabó el legendario colectivo.
- Héctor Ramírez Bedoya. Historia de la Sonora Matancera y sus estrellas. Impresos Begon. Medellín, 1996.
Libro amplio y documentado con colaboración cubana muy agradecida (Cristóbal Díaz Ayala, Helio Orovio, Eduardo Rosillo, Irma Prada, etc.) y apoyo colombiano documental: Carlos Deybi Velásquez, poco destacado por el autor.
Ramírez se aproximó a la historia y la música de Matanzas y La Habana, pero perdió la objetividad preso por la desmesurada adoración por su Sonora, mientras dejó aflorar una injusta subestimación de otras formaciones musicales semejantes, tal y como transcribo: Tuvo pocos rivales que le hicieron sombra. Contemos dos de ellos: el Conjunto Casino y el de Arsenio Rodríguez, ambos con menos acervo rítmico . Colocaba, pues, de esta manera a Manteca y a Angel Alfonso, de la Matancera, por encima de Papa Quila, Kike y Chocolate del conjunto de Arsenio, y también menospreció a verdaderos virtuosos, tales como Patato Valdés, Jabuco y Guillermo Romero de su ponderado rival, el Conjunto Casino.
Este libro, que exigió al máximo el tiempo y el peculio del propio autor con todos sus errores y cambios marcados de estilo es el libro más completo que se ha escrito hasta ahora sobre la celebérrima formación.
- Umberto Valverde. Memoria de la Sonora Matancera. Editorial Caimán Records. Cali, 1997.
Este es un libro con estilo, pero sin rigor. El primer párrafo lanza una inexactitud muy grande, escrita con pasmosa seguridad, cuando afirma que la Sonora Matancera es la orquesta más antigua del mundo, según el libro de récords Guinness. Si es así, habría que desconfiar de los gringos que recogen esos datos, pues, en la sola isla de Cuba, aún subsiste el Septeto Habanero, fundado en 1920, y, retrocediendo al siglo pasado, en los tiempos de José Martí, se fundó la Orquesta de los Hermanos Avilés, creada en la ciudad de Holguín en 1882.
Lo más valioso de la obra de Valverde son las conversaciones de los artistas y protagonistas que han hecho parte del memorable conjunto.
Ninguno de los tres libros arriesga algún análisis crítico, ni encuentra orientaciones equivocadas, como aquella producida en el año de 1967 cuando empieza a agotársele el repertorio traído de Cuba y trata de colarse en forma forzada en nuevos ritmos, como el bugalú o la cumbia deformada de Colombia.
Se habla de otro libro pionero en el Perú. Esa es la fama de la Sonora Matancera, que se retroalimenta a sí misma, mientras conjuntos tan formidables como los de Arsenio Rodríguez y Casino, que tienen libros escritos, no han encontrado editor que los saque a la luz pública. Tremenda paradoja!
LA MATANCERA Y SUS LIBROS
- Carlos Serna, Marco T. Barros. La Sonora Matancera. Ediciones Fuentes. Medellín, 1990.
Por: CESAR PAGANO Especial para EL TIEMPO
17 de septiembre de 1997
Este libro tiene el mérito de ser pionero en Colombia sobre el tema. Se ideó con las mejores intenciones de llenar un vacío, pero revela el problema inicial, que uno de sus autores Carlos F. Serna, periodista de El Colombiano y especialista en música antigua no conoce en profundidad la música cubana y tampoco la del conjunto isleño en su larga y admirable carrera. Su aporte radica en ubicación cronológica, episodios y un archivo de fotos.
Marco T. Barrios Ariza periodista costeño de sabor y añejamiento tuvo mayores elementos sobre la música que interpretó la Sonora Matancera, lo que le permitió sustentar crónicas y modelar buenas semblanzas de los mejores artistas que visitaron la Costa Atlántica colombiana.
Un lastre con el que cargó esta publicación lo constituyó la publicidad discriminatoria de la casa disquera patrocinadora, que solo permitió destacar a los artistas y sellos que ella representaba. Fue así como exaltó todo lo grabado con el sello Seeco, mientras omitió toda información sobre la marca Panart, en la cual también grabó el legendario colectivo.
- Héctor Ramírez Bedoya. Historia de la Sonora Matancera y sus estrellas. Impresos Begon. Medellín, 1996.
Libro amplio y documentado con colaboración cubana muy agradecida (Cristóbal Díaz Ayala, Helio Orovio, Eduardo Rosillo, Irma Prada, etc.) y apoyo colombiano documental: Carlos Deybi Velásquez, poco destacado por el autor.
Ramírez se aproximó a la historia y la música de Matanzas y La Habana, pero perdió la objetividad preso por la desmesurada adoración por su Sonora, mientras dejó aflorar una injusta subestimación de otras formaciones musicales semejantes, tal y como transcribo: Tuvo pocos rivales que le hicieron sombra. Contemos dos de ellos: el Conjunto Casino y el de Arsenio Rodríguez, ambos con menos acervo rítmico . Colocaba, pues, de esta manera a Manteca y a Angel Alfonso, de la Matancera, por encima de Papa Quila, Kike y Chocolate del conjunto de Arsenio, y también menospreció a verdaderos virtuosos, tales como Patato Valdés, Jabuco y Guillermo Romero de su ponderado rival, el Conjunto Casino.
Este libro, que exigió al máximo el tiempo y el peculio del propio autor con todos sus errores y cambios marcados de estilo es el libro más completo que se ha escrito hasta ahora sobre la celebérrima formación.
- Umberto Valverde. Memoria de la Sonora Matancera. Editorial Caimán Records. Cali, 1997.
Este es un libro con estilo, pero sin rigor. El primer párrafo lanza una inexactitud muy grande, escrita con pasmosa seguridad, cuando afirma que la Sonora Matancera es la orquesta más antigua del mundo, según el libro de récords Guinness. Si es así, habría que desconfiar de los gringos que recogen esos datos, pues, en la sola isla de Cuba, aún subsiste el Septeto Habanero, fundado en 1920, y, retrocediendo al siglo pasado, en los tiempos de José Martí, se fundó la Orquesta de los Hermanos Avilés, creada en la ciudad de Holguín en 1882.
Lo más valioso de la obra de Valverde son las conversaciones de los artistas y protagonistas que han hecho parte del memorable conjunto.
Ninguno de los tres libros arriesga algún análisis crítico, ni encuentra orientaciones equivocadas, como aquella producida en el año de 1967 cuando empieza a agotársele el repertorio traído de Cuba y trata de colarse en forma forzada en nuevos ritmos, como el bugalú o la cumbia deformada de Colombia.
Se habla de otro libro pionero en el Perú. Esa es la fama de la Sonora Matancera, que se retroalimenta a sí misma, mientras conjuntos tan formidables como los de Arsenio Rodríguez y Casino, que tienen libros escritos, no han encontrado editor que los saque a la luz pública. Tremenda paradoja!